Todo empezó en Septiembre de 2006

¿Te has sentido alguna vez tan nerviosa/o que has notado hasta el pulso de tus venas sin tocarlas?

 

¿Y te has sentido tan angustiada/o que te has visto incapaz de hacer cosas que antes sí habías podido?

 

Esto es lo que me pasó a mí, en Septiembre de 2006, a la vuelta de las vacaciones de verano.

 Se supone que debía volver relajada y con las pilas cargadas, ¿no? Pues al tercer día de empezar a trabajar peté. 

Debía ser un miércoles, a eso de las 12 de la mañana. 

Me empecé a sentir muy nerviosa, agobiada, acelerada y angustiada. Cada vez me costaba más respirar. 

Estaba teniendo un ataque de ansiedad. 

Fue una sensación que (si has tenido la suerte de no vivir algo así) por más palabras que escriba no seré capaz de hacerte entender lo que es eso. 

¡Es tal nivel de angustia!

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5 años malviviendo con ansiedad

Después de ese ataque de ansiedad siguieron 5 largos años en los que me levantaba y me acostaba acelerada. 

Esa sensación de que me faltaba el tiempo, de que llegaba tarde, de tener prisa sin motivo, de querer correr sin razón. 

De no ser capaz de disfrutar de tomar un café con una amiga o de una barbacoa con los amigos. 

Ni siquiera en vacaciones me relajaba, al contrario, como no tenía distracciones mentales aún sentía más ansiedad. 

Fue una época muy difícil porque se juntaron muchas cosas que me desbordaron:

  • Una ruptura sentimental.
  • Muchas horas de trabajo con mucho estrés.
  • Y poco tiempo para mí. 

Tenía 30 años y sentía como si una espiral me quisiera succionar hacia abajo. Y sabía que si me dejaba arrastrar por ella, sería difícil volver a salir de allí. 

La ansiedad siguió acompañándome durante 5 años y yo no entendía por qué. 

Ya que el escenario de mi vida había mejorado mucho y ya no tenía motivos para seguir sintiendo ansiedad:

  • Trabajaba menos horas.
  • Tenía pareja de nuevo.
  • Me dedicaba tiempo para mí. 

Pero seguía sintiéndome acelerada, nerviosa, angustiada e incapaz de disfrutar de mi vida, ni siquiera de tomar un café con una amiga sintiéndome tranquila y relajada. 

¿Te suena?

 

 

El vaso se fue llenando poco a poco

En aquel momento no me di cuenta que el vaso se había ido llenando día a día, durante meses e incluso años. 

Y se desbordó en Septiembre de 2006. 

Pero yo me enteré cuando el agua salió del vaso, no mientras se fue llenando. 

Mientras se fue llenando no le di importancia al estrés, al malestar, al cansancio, a la falta de tiempo para mí… porque me decía a mí misma, convencida:

  • “Tengo que acabar este presupuesto”.
  • “Esto lo tengo que entregar ya”.
  • “No puedo dejarlo para mañana”… 

Tenía el volumen de la radio-mente tan alto, que no me di cuenta de lo que me decía mi cuerpo. 

O sí, pero me pareció que lo que decía mi mente era más importante, urgente o prioritario. 

Creo que me creía invencible, incansable, inagotable, que yo podía con todo y más. 

Y por otro lado estaba convencida de que era lo que tenía que hacer y que todo lo demás podía esperar o no era tan importante.

 

 

No me estaba enterando de nada

Y, de lo que no me estaba enterando es de los avisos que me estaba enviando mi cuerpo, de lo que sentía, de cómo el malestar se iba acumulando dentro de mí, sin que me diera cuenta. 

Desoyendo lo que sentía, lo que en realidad necesitaba, porque mi trabajo, mis obligaciones eran más importantes (que yo,¡ claro!). 

Me avisó tantas veces mi cuerpo que, al final, sólo le quedó gritarme. Y lo hizo con un ataque de ansiedad. 

¡Es lo que hace el cuerpo cuando no le escuchas, al final te grita! 

Y, para cuando me gritó, yo ya no supe cómo ayudarle, no supe qué hacer para sentirme tranquila y relajada de nuevo. 

Es como que el sistema se hubiera pasado de revoluciones y no sabía cómo bajarlas.

 

 

5 años de ensayo y error

Tuve 5 años para investigar, para probar, para experimentar. 

Y para darme cuenta de que si quería volver a sentirme relajada y tranquila debía encontrar la forma de conseguirlo. 

Y esta no era sólo “tapando” la ansiedad, sino encontrando la raíz y arrancándola para que no volviera a crecer. 

Y es lo que hice, y así volví a sentirme relajada y tranquila. Y sólo así pude volver a disfrutar de mi vida. 

Así que si algo de lo que he escrito te ha chirriado en algún lugar y quieres solucionarlo quiero que sepas que puedo ayudarte a conseguirlo.

 

Ella ya vive Relajada

“Cuando empecé con el método Wingwave® no las tenía todas conmigo, ya que había probado otras terapias alternativas para calmar mi ansiedad y todas me habían funcionado durante un breve espacio de tiempo pero, a la larga, esta volvía.

Pero en cada sesión de Wingwave® parecía que se desbloqueaban ciertos temas de los cuales no era del todo consciente y que de una manera u otra repercutían inconscientemente en mi problema.

Wingwave® no tan solo me ha ayudado a que poco a poco esta ansiedad que sentía, sobre todo al conducir, disminuyera; sino que también han desaparecido otros miedos que tenía .”

Sonia Allué (Maresme)

 

¿Tú también quieres vivir Relajada?

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